Una nueva era en Sudán
Por Alessia Ramponi
Sudán, como muchos otros países vecinos, es un territorio en disputa constante. Han sido tantos los intereses presentes en el territorio, que la historia del país se caracteriza por siglos de ocupación, violencia e inestabilidad políticas. Sudán se independizó de Reino Unido en 1956 y desde entonces ha sido escenario de cinco golpes de Estado. El último golpe de Estado, ocurrido en 1989, colocó a Omar Al Bashir en el poder ininterrumpidamente durante 30 años. Las consecuencias de un golpe de Estado suelen ser trágicas ya que se rompe la estructura al tomar el poder político de modo repentino, generalmente de manera violenta, y violenta la legitimidad de las instituciones de un Estado.
Antes de llegar al poder, Al Bashir lideró las operaciones militares del sur y escaló progresivamente en el ejército. Como es de esperarse, los líderes militares tienden a normalizar el uso de la violencia y suelen carecer de preparación política, así como de conocimiento de temas económicos básicos. En diciembre de 2018 el gobierno del dictador Al Bashir comenzó a hacer recortes al pan y combustible y, entre otras medidas, restringió el acceso a internet e impidió que las personas sacaran dinero. Como consecuencia, comenzaron las protestas en diferentes partes del país en contra de estas medidas. Sin embargo, las protestas tomaron otro giro y la población comenzó a exigir la destitución de Al Bashir. El 05 de abril de 2019 el ejército destituyó a Al Bashir después de gobernar Sudán con mano dura durante 30 años.
Desde entonces, el país ha sido controlado por un consejo militar. Se espera que en los próximos días los militares y la oposición firmen un acuerdo de transición. Este acuerdo creará un consejo soberano que gobernará por tres años mientras se organizan las próximas elecciones. Sin embargo, a pesar de las negociaciones alcanzadas, las tensiones entre la oposición y los militares han aumentado enormemente. Al menos 150 personas han muerto y más de 100 han resultado heridas en los enfrentamientos. Organismos internacionales han investigado los actos de violencia y denuncias de uso excesivo de la fuerza durante las manifestaciones.
Los sudaneses han recibido gran apoyo internacional y la mediación de Etiopía y la Unión Africana han jugado un rol clave para el consenso entre las partes. En este contexto, una alianza entre el consejo militar con la fuerza opositora será imprescindible para poner fin a la crisis política en el país. Las próximas negociaciones entre militares y civiles determinarán el funcionamiento y rumbo del país africano durante el periodo de transición. De no lograr un acuerdo pronto, las tensiones en Sudán podrían entrar en una fase mucho más compleja.